viernes, 5 de febrero de 2010

EL EDICTO DE MILAN


El Edicto de Milán (313), conocido también como La tolerancia del cristianismo, fue un edicto promulgado en Milán que estableció la libertad de religión en el Imperio romano, dando fin a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra ciertos grupos religiosos, particularmente los cristianos. El edicto fue firmado por Constantino I y Licinio, dirigentes de los imperios romanos de Occidente y Oriente, respectivamente.

En el momento de la promulgación del edicto, existían en el Imperio cerca de 1.500 sede episcopal y al menos de 5 a 7 millones de habitantes de los 50 que componían al imperio profesaban el cristianismo.[1] Después de la aprobación, se inició según se conoce por los historiadores cristianos, la Paz de la Iglesia.

A pesar de muchos y lastimosos fallos, se debe admitir que Constantino hizo muchas cosas
de gran valor en su tiempo, y que su legislación en general da evidencia de la silenciosa
acción de principios cristianos. (Nota 1.) Él fue el responsable de la redacción del famoso
Edicto de Milán —a veces llamado la Carta Magna de la Cristiandad. Concedía a los
cristianos una libertad total y absoluta para el ejercicio de su religión. Sería difícil encontrar
un mayor contraste que el que se observa entre la posición de la iglesia al principio y al final
del reinado de Constantino. Como bien ha dicho Miller: «La encontró encarcelada en minas,
mazmorras y catacumbas, y excluida de la luz del cielo; y la dejó en el trono del mundo.» Sin
embargo, ello fue en cumplimiento de la profecía inspirada: «Yo conozco tus obras, y dónde
moras, donde está el trono de Satanás» (Ap 2:13)

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